Las 'joyas publicitarias' que trasladan la estación de Cuatro Caminos a los 90

Fue en el año 1989, a las puertas de la gloriosa década de los 90. Caía el muro de Berlín, Felipe González comenzaba su tercera legislatura, se resolvía con éxito la primera cirugía del cambio de sexo en España y nacía este diario.Las 'joyas publicitarias' que trasladan la estación de Cuatro Caminos a los 90 Las 'joyas publicitarias' que trasladan la estación de Cuatro Caminos a los 90

Entonces los madrileños hacían sus compras en 'Galerías Preciados' y pagaban con pesetas, pero no solo recuerdan aquello. Hoy la estación del metro de Cuatro Caminos, actualmente en obras por remodelación, amanece con unas "joyas publicitarias" de antaño que no han pasado desapercibidas.

Mientras los más curiosos toman fotografías para el recuerdo, los nostálgicos rememoran como "si fuera ayer" el estreno de Cuando Harry encontró a Sally, de Rob Reiner, una de las comedias románticas más influyentes de la historia. "Recuerdo ir al cine con todas mis amigas, cuando ver una película costaba 'tres duros'", dice una vecina del barrio.

"Esto lleva aquí toda la vida, hija. Yo no recuerdo ver estos anuncios. La gente que ha tenido la suerte de verlos hoy está jubilada", dice una veterana operaria del Metro de Madrid. "Lo que antes no era interesante hoy sale en los periódicos", dice.

Las 'joyas publicitarias' que trasladan la estación de Cuatro Caminos a los 90

Le enseñamos a Luis, conserje del edificio sito en Reina Victoria, 19, las imágenes que circulan por las redes y nos cuenta melancólico sus viajes en metro, cuando con apenas 12 años iba al colegio en Vallecas. "Antiguamente viajar en metro era emocionante. Había una palanca roja para cuando querías parar en alguna estación. Y, cuando el tren tenía que frenar, un hombre que estaba en las propias vías tiraba de una manivela. Eso sí que era de película", dice eufórico.

Pero, nos cuenta que lo mejor de aquellos viajes eran las "leyendas urbanas" que circulaban por Madrid. "La parada de Chamberí era la estación fantasma. El metro pasaba pero nunca paraba allí, daba miedo", se ríe.

Un joven motero que trabaja por la zona asegura no recordar aquellos anuncios, pero sí ver A la caza del lobo rojo, cuando la calle Gran Vía estaba repleta de cines y no grandes almacenes y tiendas. "Un peliculón, eso sí lo mejor de esa época: los 'cubalibres' a 100 pesetas".


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