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Elsa Peretti llegó a Nueva York a finales de los años sesenta del pasado siglo, con una mano delante y otra detrás, a probar suerte como modelo en la Gran Manzana. Como contó unos años después en The New York Times, era un frío día de febrero de 1968: "Llegué con un ojo morado, de mi amante, que no quería que me fuera". Pero lo que pocos sabían entonces en Manhattan era que la italiana pertenecía a una de las familias más importantes de Europa.
Nació en Florencia, en 1940, la más joven de las hijas del magnate del petróleo Ferdinando Peretti. Su madre, Maria Luisa Pighini, era un personaje fundamental de la alta sociedad italiana de la época. "Mi madre se vestía entonces en los mejores modistos de Roma y a mí me hacía dos trajes al año. La recuerdo bebiendo té, rodeada de libros y de amigos con los que mantenía largas tertulias. Era una intelectual. Pintaba, escribía. Muy fumadora, como yo", recordaba la diseñadora en una entrevista en esta revista en 2012.
1937