“Jorgito”, el pibe chorro prófugo por matar a un jubilado que cayó por organizar una fiesta clandestina en Instagram

Jorge Leonel Oviedo, de 23 años, oriundo de un barrio industrial de Munro marcado por las pintadas del club Colegiales, fue arrestado ayer por la DDI de San Isidro de la Policía Bonaerense en el fondo de una pollería de la avenida Velez Sarsfield, en la misma zona, a 15 cuadras de su domicilio. El comercio, básicamente, era su guarida.

“Jorgito” era un hombre buscado hace más de un año. Tenía una historia menor en el crimen de la zona norte. Buscapleitos, bocón, afín a hablar demás y trenzarse a golpes con extraños, se había asociado a una banda de rastreros sospechada de vender algunas armas usadas. Pero Oviedo, según la acusación en su contra, se graduó rápidamente a lo peor del Código Penal. Lo buscaban, precisamente, por un crimen brutal.

El 30 de abril de 2020, en el primer mes de la pandemia, Juan Montero, un jubilado español de 84 años, sufrió una entradera que le costó la vida. Cuatro sospechosos irrumpieron en su casa de la calle Paraná en Villa Adelina tras cortar el suministro eléctrico. Tras golpearlo ferozmente, causaron un desorden en busca de efectivo y joyas. Finalmente, le robaron dos televisores LCD y escaparon. Poco después, el hijo de Montero se presentó en una comisaría de la zona para denunciar el robo. Había llegado a su casa para encontrarse con el caos, su padre ya sin vida en el piso.

Con el tiempo, la banda fue identificada. Entre ellos, había un chico de 14 años, oriundo de las torres aledañas al Barrio Mitre en Saavedra, que fue capturado a un mes del hecho. “Jorgito” era el mayor de todos en edad.

“Jorgito”, el pibe chorro prófugo por matar a un jubilado que cayó por organizar una fiesta clandestina en Instagram

Así, comenzó una investigación con la UFI de Boulogne con la fiscal Paula Hertrig por los delitos de homicidio en ocasión de robo y robo agravado. Con el tiempo, una pista llegó a la DDI de San Isidro. Alguien cercano a “Jorgito” y a su banda los traicionó y los delató con un dato sumamente puntual: el prófugo por el crimen de Juan Montero estaba en la zona. Y estaba de fiesta.

El dato indicaba que Oviedo organizaba una clandestina junto a varios amigos de la zona, con un anuncio por Instagram. La Bonaerense había obtenido la dirección de una de esas fiestas, pero irrumpir allí para arrestarlo era garantía de un pequeño disturbio con patrulleros apedreados y tal vez algún disparo en la noche munrense. No convenía arrestar por asalto.

Así, esperaron a la próxima story. Se anunció una nueva fiesta esta semana para el sábado 22 a la noche. La imagen circulada no dejaba nada a la imaginación: “Clandestina, Villa Ballester, el sábado 22/1, cero bondi, el primero que lo haga para afuera de una”, decía la invitación. “Traigan su propio escabio”, aclaraba.

La ubicación sería enviada en el día. El precio: 200 pesos para “los turrakos”. Damas gratis, pero con ganas de moverse. En todo caso, la invitación era coordenada suficiente. Entre los organizadores se encontraba Jorge, con su cuenta de Instagram listada, su propia cara en la foto de perfil. El rastro llevó finalmente a la pollería de Munro.

Así, Oviedo deberá responder por el feroz crimen del jubilado de Ballester. El daño detectado en el cuerpo fue notable. Un médico forense certificó que la víctima tenía golpes en el rostro y abdomen, con una data de muerte estimada de 8 a 12 horas. El informe de la autopsia arrojó que la víctima sufrió un infarto tras la golpiza, lo que finalmente le quitó la vida.

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