La mayoría de las actrices (por no decir todas) sufren la carga mental que supone soportar el tratamiento que se hace de su envejecimiento. Puede que sea una costumbre cultural, esa de hacer el juicio edadista porque sí. Lo del "mira cómo está" o "qué mal le han sentado los años" es un clásico, que los halagos suenan menos. Como si a quien lo dice le sentara mucho mejor cumplir años. Muy probablemente ese tipo de enjuiciamiento venga derivado por los miedos asociados a la vejez, no queremos hacernos mayores y cuando vemos que en otros la madurez se hace evidente antes, casi que nos reconforta. No es el caso de Sharon Stone. A la mítica actriz puedes decirle que está estupenda, pero no se te ocurra hacer ese tipo de halago haciéndole parecer una jovenzuela.
La actriz nominada a un Oscar ha logrado alcanzar ese estado de tranquilidad que da haber aceptado tu edad y estar en un proceso de envejecimiento sensato. "Esa idea de que ser joven es lo único hermoso o atractivo simplemente no es cierta", declaraba en una entrevista a Shape. Ella, además del edadismo, tiene que enfrentarse (como ha hecho toda su vida) al cartel de sex symbol que siempre le han colgado. No debe ser fácil querer superar conceptos ligados exclusivamente a la apariencia cuando los demás no dejan de juzgar cómo te ves. Aunque a ella se le ve realmente bien. 20 años después de haber superado un derrame cerebral, su vida cambió radicalmente. Además de volver a aprender a caminar o hablar, la actriz llegó a la conclusión de que la verdadera belleza reside en la propia vida. Y así lo contó en sus memorias recientemente publicadas bajo el título La belleza de vivir dos veces.
Con todo, la actriz sigue cuidándose. Practica pilates, procura que su alimentación sea equilibrada y cuida su piel con esmero. Es decir, que la belleza ha adquirido una nueva dimensión en su vida: la de disfrutar los beneficios (estéticos, biológicos y mentales) que reporta preocuparse por una misma. Un gran ejemplo del que hemos querido averiguar todo. Conclusión: tiene cinco mantras de belleza que puede que te sorprendan por austeros y sencillos, pero son los que a ella le funcionan y tiene asumidos en su día a día.
El tocador del baño es amplio, os lo advertimos. Agrupa muchos productos diferentes por un módico precio (y no es ironía). Para hidratar su rostro confía en marcas de toda la vida que tienen un bajo coste como la loción de reparación intensiva de Eucerin, la clásica Avon Rich Moisture heredada de su madre o Weleda Skin Food. Y si necesita un extra de cuidado, especialmente cuando viaja en avión y nota que su piel se reseca, acude a aceites nutritivos como los de H. Gillerman.
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