Gerard y David, fundadores de Saigu Cosmetics: "Uno de nuestros pilares es el empoderamiento de las personas, de su salud mental y de su amor propio"

Podrían entonar perfectamente aquella melodía que canta Serrat: "¿Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo?". Y es que David Hart y Gerard Prats destilan un amor por esta región que han volcado en Saigu Cosmetics, su marca de belleza con la que han desarrollado un enfoque nuevo de la cosmética natural.

Ellos son dos amigos nacidos en Menorca, que se trasladaron a estudiar a Barcelona y catapultaron su empresa en Valencia. El respeto al medio ambiente, la sostenibilidad y la transparencia en la comunicación, desde el humor, son los cimientos de esta empresa que grita con orgullo que lo natural no tiene por qué ser triste, que la cosmética natural no tiene menos calidad que la tradicional y que Saigu no es una empresa, es un proyecto con alma. Hablamos con ellos para que nos desarrollen todo esto.

¿Cómo surge la idea de Saigu? ¿Qué fue el detonante final que os impulsó a lanzar la marca?

David Hart: Pues Gerard trabajaba en una fábrica de cosmética pero su gran pasión era el medio ambiente y veía que en la industria había mucho que se podía hacer para que fuera más sostenible. Nosotros somos amigos de la infancia, los dos somos de Menorca pero nos fuimos a estudiar a Barcelona y, cuando mencionó la situación le empecé a dar vueltas. Yo soy emprendedor, ya había creado una empresa antes, y estoy especializado en marketing online. Investigué mucho, tanto a nivel nacional como internacional, y vi que había hueco en el mercado así que Gerard empezó a hacer las primeras fórmulas en el laboratorio. Estuvimos durante más de un año desarrollando los productos y reflexionando sobre la filosofía, los valores y la comunicación de la marca y Saigu nació oficialmente en febrero de 2019.

¿De qué sectores venís cada uno?

Gerard Prats: Yo estudié Química, me especialicé con un máster en dermocosmética y era director técnico en una fábrica de cosmética de color. Yo lidiaba con los proveedores de ingredientes, materias primas para el packaging, tests de seguridad y todo el ámbito de regulación. Por eso, cuando me planteé crear mi propia marca lo hacía con mucha seguridad en lo que es el desarrollo de producto, pero además tenía a mi lado a David que dominaba toda la parte empresarial y especialmente de marketing y comunicación, que es lo que ha conseguido que Saigu sea mucho más que una marca de cosmética. Es un proyecto con alma que ha conquistado y enamorado a muchas personas.

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¿No os dio miedo enfrentaros a los grandes conglomerados de la cosmética que reinan en el mercado?

David: Digamos que los dos sabíamos lo que hacíamos en nuestros ámbitos y, si decidimos lanzarnos, fue porque teníamos claro que podíamos aportar algo nuevo. Igualmente, nosotros no lo vivimos como un ‘enfrentamiento’. Tenemos mucho respeto por las marcas del sector y sabemos el gran esfuerzo que es llegar ahí y mantenerse. Incluso nos alegramos de ver los intentos por ser más sostenibles. Una de las razones por las que trabajamos duro y queremos que Saigu tenga éxito y visibilidad es para demostrar que la rentabilidad no es incompatible con los valores, con el respeto por el medioambiente y la sostenibilidad. Cuantas más marcas cosméticas pongan en práctica este discurso, mejor será para todo el planeta.

Hablemos de sostenibilidad: Vosotros tenéis muy claro que una de las bases de Saigu es llevar a cabo una actividad respetuosa con el medio ambiente, ¿qué prácticas habéis puesto en marcha para ello?

Gerard: Más que una cuestión de prácticas, para nosotros la sostenibilidad es un punto de partida y un destino de llegada porque siempre hay algo que mejorar. Constantemente estamos innovando y revisando nuestros procesos para reducir el impacto de nuestra actividad en el medio ambiente y eso, por ejemplo, se traduce en los costes de producción.

David: Exacto, para nosotros va por delante el respeto al planeta que los beneficios económicos. Eso significa que vamos a elegir proveedores locales que producen más caro que los asiáticos, vamos a comprar ingredientes de mejor calidad que se cultivan respetando los ecosistemas y eso repercute en su precio, etc. Por eso es tan importante la labor de comunicación, para que la gente sepa valorar todo el trabajo que hay detrás y entienda que, si el precio del producto final es un poco más elevado, es por todas estas razones. Pero Saigu ni siquiera es una marca de cosmética especialmente cara, y la estrategia de precios la creamos deliberadamente para poder pagar precios justos por las materias primas pero que fuera lo más asequible posible para el consumidor.

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Apostáis por una cosmética elaborada con ingredientes naturales, ¿en qué porcentaje aproximado son naturales los ingredientes de Saigu?

Gerard: En Saigu no hay ningún producto que tenga menos de un 99% de ingredientes procedentes de la naturaleza. Pero entiendo que nos hagas esta pregunta porque, efectivamente, es habitual ver marcas que se consideran naturales con porcentajes inferiores al 60% de ingredientes naturales. Aquí de nuevo es importante la comunicación y la educación del público, para que sepa en qué debe fijarse al comprar.

¿Es posible competir en calidad con la cosmética no formulada con ingredientes naturales?

Gerard: Si no hubiésemos creído que es posible directamente no habríamos creado Saigu. En primer lugar, creemos que las personas no se tienen que sacrificar y utilizar un producto malo solo por el medio ambiente. Además, obviamente, si no tienes un producto de calidad, te comprarán una vez por curiosidad o porque les has caído bien en redes, pero ya está. Sin embargo, maquilladoras profesionales de la talla de Ester Carpes o María Catalá utilizan productos de Saigu en sus trabajos por los resultados que obtienen.

Gerard y David, fundadores de Saigu Cosmetics:

Por otro lado, evidentemente hay muchos acabados de ingredientes como las siliconas o las parafinas que todavía no podemos emular con ingredientes naturales, especialmente porque no ha habido suficiente investigación hasta el momento. Pero ahí lo que hacemos es comunicar las características del producto deforma muy transparente. No te vamos a decir que nuestra máscara de pestañas es waterproof y te multiplica su densidad, sino que tiene un efecto natural para el día a día.

Por lo tanto hay productos que compiten de igual a igual y, para los que todavía no, la solución es transparencia e investigación, para hacerlos mejores.

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¿Os habéis encontrado algunas limitaciones al apostar por lo natural a la hora de desarrollar productos?

Gerard: Una de las limitaciones más grandes es en la gama de colores, por ejemplo. La naturaleza nos ofrece muchísimas opciones de colores vivos y diversos, el problema es que en muchos casos no son estables a las condiciones que necesita un producto cosmético. Para fabricar un labial, por ejemplo, se necesitan temperaturas superiores a 80ºC para fundir las ceras y mezclar bien los ingredientes, los colorantes naturales no suelen resistir esas temperaturas y se oscurecen. Por eso, no podemos conseguir colores vivos y limpios, que normalmente provienen de orígen orgánico (flores, fruta, animales...), pero sí colores que provienen de la tierra.

Otras áreas en las que tenemos dificultades son características como "larga duración" o "resistente al agua" se consiguen con derivados plásticos. Son filmógenos plásticos que consiguen crear capas que protegen el producto de los agentes externos... Eso de momento es muy difícil de conseguir con productos naturales.

Y, por último, es evidente que la química ayuda, y mucho, a la hora de conseguir nuevas texturas y sensaciones en los ingredientes que usamos. Trabajar solo con ingredientes naturales complica mucho la creatividad.

También apostáis por formulación propia, ¿ha supuesto esto un reto para vosotros?

Gerard: Formular nuestros propios productos era algo imprescindible para que pudiéramos ser coherentes con nuestros valores. De esta manera controlamos exactamente qué ingredientes metemos, cómo de sostenibles son las prácticas de cada proveedor, tanto de materia prima para el producto como para los envases y el packaging, y además nos aseguramos que podemos entrar y salir del laboratorio tantas veces como sea necesario hasta que nuestros productos puedan competir con los mejores del mercado. De nuevo, es una práctica que no se suele hacer porque es más costosa que simplemente pedir el producto a un laboratorio externo, pero es una de las señas de identidad de Saigu y estamos muy orgullosos de ella.

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Los ingredientes además de naturales son de proximidad, ¿os habéis encontrado problemas al apostar por proveedores de España y Europa?

Gerard: Todo lo que no venga de Asia es más costoso por lo que encarece la producción, pero es la única manera en que nos podemos asegurar que sus prácticas son sostenibles y además que se remunera justamente a los trabajadores. Además delo evidente, que nos ahorramos la contaminación del transporte desdela otra punta del mundo hasta aquí.

Sin embargo, el problema es que la producción de materias primas y la fabricación se han deslocalizado tanto al continente asiático, que aquí algunas industrias prácticamente han desaparecido. Pero estamos convencidos de que, cuanta más demanda generemos, más volverán y esto impactará de manera positiva en las economías locales.

Vosotros estáis ubicados en Menorca y la marca respira amor por el Mediterráneo, ¿veis el futuro de Saigu desarrollándose desde la isla?

David: Tanto Gerard como yo somos de Menorca y nuestra isla es una gran fuente de inspiración, tanto que el nombre Saigu, viene de la pronunciación de la palabra ‘s’aigua’ en menorquín. Sin embargo, cuando fundamos la empresa nos encontrábamos en Barcelona, una provincia en la que hay gran cantidad y calidad de proveedores de nuestro sector, y desde hace un tiempo tenemos sede en Valencia tras haber participado en un programa de Lanzadera, la aceleradora de startups de Juan Roig [fundador de Mercadona]. Así que, podemos decir que nuestra sede es el Mediterráneo mismo y con Menorca siempre en nuestros corazones.

Saigu está compuesto por maquillaje y cuidado facial, ¿os planteáis ampliar la familia con otras líneas/tipos de producto?

David: Por supuesto aspiramos a que Saigu sea una marca completa de cosmética, pero vamos poco a poco. Desde que un producto aparece en nuestras cabezas hasta que el cliente lo tiene en sus manos tardamos una media de un año y medio en desarrollarlo. Así que tenemos que medir muy bien cuáles son las necesidades de nuestros clientes para poder atenderlas teniendo en cuenta estos tiempos.

En Saigu también destaca su gran responsabilidad social. En pleno confinamiento decidisteis cerrar la web para no poner en riesgo a transportistas ni a repartidores. Tanto en negativo como en positivo, ¿qué os ha reportado esa decisión?

David: A estas alturas, con la perspectiva del tiempo, podemos decir que esa decisión no nos ha reportado ninguna consecuencia negativa. En el momento fue duro y nos daba miedo, porque había mucha incertidumbre y podía suponer el cierre de la empresa. Pero consideramos que era lo correcto en ese momento y tuvo un recibimiento espectacular por parte de nuestra comunidad. De hecho fue un momento crucial, como cuando pasas por un mal momento y un amigo está a tu lado y hace que se estreche mucho más la relación… Aquello fue parecido, agradecemos mucho el apoyo que recibimos, y volveremos a priorizar los valores si nos encontramos ante una nueva situación parecida.

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Os hicisteis eco de un tuit de Ana Milán, sobre el término ‘antiedad’. Comentasteis al respecto que habíais tenido dilemas en la empresa con la forma de abordarlo:¿Cómo hacéis frente a esta dicotomía de afrontar el paso del tiempo sin que sea algo negativo desde la industria de la belleza?

Gerard: Uno de los pilares de Saigu es el empoderamiento de las personas, de su salud mental, su amor propio y la percepción de su propia belleza. Esto engloba la aceptación del paso de los años y su consecuencia en nuestros cuerpos. Consideramos que hay que quererse incondicionalmente y, desde ahí, hay que cuidarse para que no se de un envejecimiento prematuro de la piel.

Otro de los puntos fuertes de Saigu es su comunicación. ¿Qué importancia le dais a esta parte de la empresa?

David: Para nosotros la comunicación tiene una importancia crucial por varias razones. Por un lado para transmitir el trabajo colosal que se está haciendo desde el departamento de producción para sacar productos de muy alta calidad y lo más sostenibles posible, pero también para conectar con las personas e impactar en sus vidas de alguna manera. Aquí no buscábamos simplemente crear una empresa y hacer dinero, queremos generar un cambio en el mundo, por pequeño que sea. Por eso, necesitamos conectar con las personas y le dedicamos gran parte de nuestros recursos a la comunicación y gran parte de nuestro tiempo a pensar nuevas maneras de comunicar.

Tanto desde la web como desde las redes sociales se aborda la comunicación desde un punto de vista divertido, cercano y fresco que se aleja de la comunicación de otras marcas de belleza naturales, ¿por qué apostasteis por este estilo?

Gerard: Una de las primeras máximas que teníamos al crear Saigu es que ‘la cosmética natural no tiene por qué ser aburrida’. Hasta ahora, cuando piensas en cosmética natural te imaginas en un rincón de un herbolario al lado de las lechugas ecológicas una marca alemana que apenas si tiene una página web y en Instagram solo pone fotos de sus productos. Nosotros queríamos darle una patada a esa imagen y ser naturales, cercanos. No es que fuera una estrategia muy elaborada. Nos salió así y nos lo pasamos muy bien creando el contenido para todos nuestros canales.

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¿Creéis que este estilo comunicativo ha contribuido a la buena acogida de la marca?

David: Ha contribuido, sin duda. Le hemos quitado el corsé a la comunicación de la cosmética y nuestra comunidad nos ve como un equipo de jóvenes profesionales creando un proyecto, que es lo que somos. Creo que se acabó eso de ser solo un logo impersonal en una tienda multimarca. Las personas son cada vez más conscientes del impacto que tiene cada una de sus compras en el medio ambiente y en la sociedad, por eso buscan empresas conscientes o al menos transparentes, que sepan cuáles son sus valores, sus prácticas y lo que les mueve a levantarse por las mañanas.

¿Os gusta estar en contacto con el cliente final? ¿Qué feedback recibís de ellos? ¿Qué es lo que más os repiten?

David: Por supuesto, al ser un e-commerce, tenemos contacto directo con las personas que nos compran y la atención al cliente es muy personalizada y cercana. Los canales que más utilizamos son el Whatsapp y los mensajes directos de Instagram. Por ahí nos pueden preguntar cualquier duda, nos mandan fotos sin maquillaje para que les podamos asesorar con los tonos de la base y nosotros nos hacemos swatches en el brazo con los pintalabios entre los cuales tienen dudas para que vean qué color les gusta más.

Por otro lado les pedimos que dejen cualquier opinión en nuestra web, ya sea positiva o constructiva, porque son de gran ayuda para futuros clientes. Y además hacemos regularmente encuestas entre los suscriptores de nuestra newsletter para saber su opinión sobre diferentes temas y qué nuevos productos quieren que prioricemos en el desarrollo.

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Nos encontramos personas encantadas con la calidad de los productos y con los valores de la marca. Tenemos muchos mensajes de personas que habían dejado de maquillarse por no encontrar nada que encajara con su piel o con sus necesidades y que lo han vuelto a hacer gracias a nuestros productos. La verdades que al vernos tan cercanos en redes y en atención al cliente, la gente se toma el tiempo de mandarnos mensajes muy bonitos que nosotros compartimos por el grupo de Whatsapp del equipo de Saigu porque nos emocionan mucho y nos dan energía y fuerzas para seguir trabajando.

¿Qué os diferencia de otras marcas de cosmética natural hecha en España?

Gerard: Vaya por delante nuestro respeto a las otras marcas que están también en esta aventura de transformar la cosmética en nuestro país. Uno de los puntos diferenciales que tenemos en Saigu es el hecho de tener laboratorio propio y controlar todo el proceso de desarrollo y fabricación. Eso hace que podamos garantizar la sostenibilidad de todos nuestros productos pero también controlamos de forma muy minuciosa la calidad y las tendencias dentro de la industria de la cosmética.

Pero yo diría que lo más importante que no hace nadie en España son las garantías de satisfacción quedamos. En Saigu puedes comprar un producto, usarlo durante 15 días en tu casa y, si no te convence, lo puedes cambiar o devolver sin tener que pagar el envío ni ningún otro coste adicional. No queremos que nadie tenga en la estantería de su baño ningún producto Saigu cogiendo polvo porque no era lo que esperaba. Esto podría parecer un riesgo importante para la empresa porque esos productos, evidentemente, no los podemos volver a vender por motivos de higiene y seguridad. Pero tenemos una tasa de devoluciones tremendamente baja, inferior al 1%.

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Esto genera una gran confianza en nuestro público y también a nosotros nos hace responsables de cada palabra con la que describimos nuestros productos en la web. Si nosotros exageráramos cualquier característica de un producto y al recibirlo en casa se dieran cuenta de que no es verdad, estarían en todo su derecho de devolverlo y nosotros nos lo tendríamos que comer con patatas. Así que somos muy precisos con el marketing.

¿Qué proyectos tenéis en mente para el año nuevo? ¿Nos podéis adelantar alguna pincelada de cómo va a evolucionar Saigu?

David: Pues estamos en un momento muy importante para Saigu porque acabamos de cerrar una ronda de inversión y vamos a entrar en una nueva fase de expansión. Por supuesto tenemos previsto lanzar varios nuevos productos que estamos desarrollando, tanto de cosmética como de maquillaje, y uno de nuestros proyectos más queridos ahora mismo es un espacio físico propio que vamos a tener en la ciudad de Barcelona. Ahí estará nuestro laboratorio a la vista de todos y también un pequeño showroom donde la gente podrá probar y comprar productos y en el que estamos programando muchos eventos interesantes, para que todo ese buen humor que tenemos en las redes lo podamos también compartir en persona.

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