Tu piel no es sensible (aunque lo creas)

La piel sensible afecta a un tercio de la población (y casi a la mitad de las mujeres). Sin embargo, este término, como tal, no figura en el lenguaje médico, sino que, como explican desde la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología), se trata de “un término coloquial para describir la piel de aquellas personas que refieren sensación de tirantez, enrojecimiento y descamación de forma espontánea o tras la aplicación de determinados productos”. Sea de rigor médico o no, el concepto de piel sensible es algo que todo el mundo entiende, y que, a veces, tiene un componente subjetivo. Como se puso de manifiesto en el último congreso del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV (GEDET) el origen de la piel sensible es muy diverso, “cada paciente refiere y presenta sus propios síntomas. En general, hay una sintomatología subjetiva muy variada –dolor, picor, ardor, quemazón o sensación de tirantez–, pero también aparecen síntomas objetivos que muchas veces no se presentan”. ¿Cómo saber entonces si de verdad nuestra piel es sensible? Y, sobre todo, ¿cómo devolverle la normalidad? La doctora Cristina Eguren, dermatóloga y directora médica de Clínica Eguren y miembro de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología) nos ayuda a identificarla.

Esta especialista mantiene que es importante entender que la piel sensible no es un tipo de piel, sino una condición alterada de la misma por un debilitamiento de su función barrera. “De esta forma, la piel comienza a hacerse progresivamente más intolerante y reactiva, pierde la capacidad de retener agua y mantenerse hidratada, con lo que además pasa a estar deshidratada”.

Tu piel no es sensible (aunque lo creas)

Según la doctora Eguren, la piel sensible nace y se hace, pero es más frecuente que se haga. Hay afecciones cutáneas como la dermatitis atópica que cursan con una función barrera alterada y debilitada. En estos casos se puede decir que se ha nacido con una piel sensible. En cambio, en la mayor parte de los casos, sobre todo referidos a la piel de la cara, la piel sensible aparece a lo largo de la vida”. Y ello se debe a una serie de factores: aparición de afecciones con inflamación como el acné y la rosácea, la edad, la contaminación, la exposición al sol o el incorrecto uso de cosméticos..

“Hago especial hincapié en el uso de la cosmética, porque cuando utilizamos de forma excesiva cremas hidratantes o nutritivas podemos lograr lo contrario de lo que pretendemos e ir debilitando progresivamente la piel". Por eso, continúa la experta, la clave está en ayudarla a reforzar y activar su función, para que 'trabaje' adecuadamente. "Pero si intentamos desde fuera realizar el trabajo por ella, aportándole cada vez más hidratación, crearemos una piel perezosa –dependiente de la hidratación externa– y debilitada. Es un concepto rupturista que adquirí de uno de mis mentores, el Dr. Zein Obagi, y que cambia la forma de entender y abordar esta condición alterada de la piel”.