La vitamina D es un nutriente necesario para nuestra salud. Junto con el calcio, contribuye a prevenir la osteoporosis, una enfermedad que hace que los huesos se vuelvan más delgados y débiles y sean más propensos a fracturas.
Cuando no consumimos este nutriente esencial, no solo sufren los huesos, también nuestra salud cardiovascular, según una nueva investigación de la Universidad de Australia del Sur.
En el primer estudio de este tipo, los investigadores del Centro Australiano de Salud de Precisión de UniSA en SAHMRI han identificado evidencia genética del papel de la deficiencia de vitamina D en la causa de enfermedades cardiovasculares.
El estudio, publicado en European Heart Journal, muestra que las personas con deficiencia de vitamina D tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas y presión arterial más alta que aquellas con niveles normales de vitamina D. Para los participantes con las concentraciones más bajas, el riesgo de enfermedad cardíaca fue más del doble que el observado para aquellos con concentraciones suficientes.
Las concentraciones bajas de vitamina D son comunes en muchas partes del mundo, y los datos del Biobanco del Reino Unido muestran que el 55 % de los participantes tienen niveles bajos de vitamina D (
Los científicos aportan algunos datos: se estima que el 23 % de las personas en Australia, el 24 % de las personas en los Estados Unidos y el 37 % de las personas en Canadá registran niveles bajos de vitamina D.
La investigadora principal, la profesora Elina Hyppönen de UniSA, explica que apreciar el papel de la deficiencia de vitamina D en la salud del corazón podría ayudar a reducir la carga global de enfermedades cardiovasculares.
“La deficiencia severa es relativamente rara, pero en entornos donde esto ocurre, es muy importante ser proactivo y evitar efectos negativos en el corazón. Por ejemplo, la deficiencia puede ser un problema para las personas que viven en residencias y que pueden tener una exposición limitada al sol”, señala el profesor.
A su juicio, comprender la conexión entre los niveles bajos de vitamina D y las enfermedades cardiovasculares es especialmente importante, dada la prevalencia mundial de esta enfermedad mortal.
“Nuestros resultados sugieren que, si podemos elevar los niveles de vitamina D dentro de las normas, también deberíamos afectar las tasas de ECV. En nuestra población de estudio, al aumentar los individuos con deficiencia de vitamina D a niveles de al menos 50 nmol / L, estimamos que el 4,4 % de todos los casos de ECV podrían haberse prevenido”, destacan los investigadores.
Este estudio mendeliano a gran escala utilizó un nuevo enfoque genético que permitió al equipo evaluar cómo el aumento de los niveles puede afectar el riesgo de ECV en función de qué tan altos eran los niveles reales de vitamina D de los participantes. El estudio utilizó información de hasta 267.980 personas, lo que permitió al equipo proporcionar evidencia estadística sólida para el vínculo entre la deficiencia de vitamina D y las enfermedades cardiovasculares.
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