Por Nuria Luis
Son capaces de convertir compuestos de patata y maíz en cualquier accesorio que se nos ocurra. No es magia. Tampoco ciencia ficción. Es tecnología lo que ha hecho de Comme des Machines una empresa que ha llamado ya la atención de firmas como Burberry. Desde Bizkaia, este laboratorio se encuentra a la cabeza en impresión 3D, una especialidad que se ajusta como un guante a las necesidades sostenibles de la moda: “Las impresión 3D solo emplea el material que necesita, ni más ni menos. No genera residuos ni stocks innecesarios”, explicaba hace unos meses para Vogue España Aran Azkarate, CEO de esta compañía fundada en 2016.
Su trabajo con estas herramientas, que ya de por sí contribuyen a hacer del desarrollo de un producto un proceso más consciente con el medio ambiente, ha hecho que las colaboraciones en la industria no dejen de sucederse. El camino para ellos ha sido solitario: “Nadie pensaba en esos términos. Todo eran hándicaps que salvamos ‘trampeando’, hackeando, buscándole la vuelta. No encajábamos en ninguna parte”, recordaba Azkarate sobre sus comienzos, cuando la impresión 3D era algo minoritario. En los últimos años, Moisés Nieto, Corres, Betolaza o Becomely han algunos de los nombres del sector en nuestro país que han engrosado su envidiable currículo. También Mango: “Trabajar junto a ellos era hacer realidad lo que venimos defendiendo desde el principio: escalar la artesanía. Ser capaces de ofrecer productos sostenibles, artesanales, hechos con amor y para todos y no solo para unos pocos”, comentaba Azkarate para el número de Vogue abril.
En 2021, Comme des Machines vuelve a colaborar junto a Mango para crear una colección de accesorios preciosistas que incluyen detalles en impresión 3D elaborados con materiales reciclables: “La idea nunca fue hacer una única colaboración”, declara su consejera delegada. “Todos teníamos ganas de repetir y mejorarlo, llevarlo más lejos. Al final, hay que pensar que se trata de transitar juntos por un camino nuevo. Construir un nuevo sistema de fabricación que desafía por completo el modo en que se han hecho las cosas a través del sistema de fabricación tradicional… Y ya se sabe, Roma no se hizo en un día”, sostiene. Desde la firma reseñan el “esfuerzo titánico” que hay detrás de una propuesta como esta, “aparentemente sencilla”. Las flores son las protagonistas absolutas de cuellos, sandalias, bolsos y pendientes y collares que evocan el espíritu artesanal de los años 60. Con Aran Azkarate hemos hablado sobre ella.
Tratándose de la segunda colaboración, todo discurre de una forma muy fluida. Conocerse, compartir inquietudes por explorar nuevos territorios y sentirse muy orgulloso de haber sacado adelante la primera, que fue un hito, son un muy buen punto de partida. El entusiasmo y las ganas se sentían en ambos equipos.
Esta vez, el equipo creativo de Mango tenía muy claro que le apetecía trabajar el universo crochet. Querían dar una vuelta de tuerca. Llevarlo más lejos. Así que se nos envía un primer moodboard con ideas. A partir de ahí, como en todo proceso creativo, se inicia un ir y venir de ideas, videollamadas, primeros tests, ideas que se descartan, otras que van evolucionando… y poco a poco todo va tomando forma. Hay mucho trabajo y amor detrás.
Mango quería que fuéramos todo lo sostenibles que pudiéramos ser y que la colección tuviera una fuerte impronta artesanal. Que se sintiera a primer golpe de vista un espíritu nuevo. Los retos eran tremendamente ambiciosos.
Como el punto de partida estético era el crochet,había que trabajar con materiales flexibles. En el mercado no existen (todavía) materiales biodegradables lo suficientemente flexibles para desarrollar el proyecto, así que trabajamos con materiales reciclables. Ciñéndonos a la premisa de Mango, tratamos de diseñar las piezas más eficientes que pudiéramos ser capaces de diseñar. Estas flores son zero waste. No hemos generado ningún residuo en su fabricación. Eso es un grandísimo logro.
Por otro lado, están los tintes naturales. Conceptualmente, fusionar tradición e innovación es uno de los puntos que más caracteriza nuestro trabajo. Al equipo creativo de Mango esto le parecía algo muy atractivo sobre lo que quería incidir. De ahí surgió la idea de los tintes naturales. Nos servía para desarrollar y esforzar ambas ideas: sostenibilidad y artesanía. Así que empezamos a hacer pruebas de todo tipo para ofrecer a Mango una gama cromática rica. Finalmente, empleamos cúrcuma, sándalo, índigo, cebollas y espinaca. La fabrica se llenó de preciosas cubetas de colores en las que teñimos manualmente cada una de las piezas. Estamos enamorados del resultado. No hay dos flores iguales. El resultado no puede ser más artesanal y menos estandarizado.
No podemos elegir una. No somos objetivos. Para nosotros, cada colección de esta envergadura supone tantos retos, dejamos tanto de nosotros mismos en el desarrollo y somos tan conscientes de la importancia de hacerlo bien que tenemos un apego especial a todas y cada una de ellas.
Empleamos el concepto artesanía digital porque para nosotros la grandeza de este sistema de fabricación es que se mueve a caballo entre la artesanía y la industria. La fabricación digital será, sin lugar a dudas, la fabricación del siglo XXI porque es la única que es capaz de dar respuesta a las demandas del nuevo siglo.
Hay que pensar una cosa, la industria de la moda (como todas las demás industrias) no es ajena al hecho de que afronta un nuevo paradigma. Encara una nueva era en la que se le demandará ser más sostenible, más personalizada, más inclusiva y plural, más flexible. La industria tradicional y las economías de escala no son capaces de dar respuesta a eso porque su rentabilidad se basa fabricar, distribuir, almacenar y vender cantidades ingentes de un mismo producto. La artesanía tradicional tampoco porque su capacidad es muy limitada, poco ágil y muy costosa. Para el futuro necesitamos un híbrido. Algo a medio camino entre ambas posiciones. Y eso es la artesanía digital.
Todas las marcas grandes, medianas, pequeñas afrontan el mismo reto. Para las pequeñas es más sencillo transformarse y adaptarse. Pueden ser más agiles. Las más grandes afrontan un reto mucho mayor. Son menos ágiles pero tienen más recursos. Sus esfuerzos y sus logros son una importantísima palanca de cambio. Si queremos un futuro distinto, un futuro mejor deberíamos ser conscientes que todos debemos colaborar y trabajar juntos. Todos podemos sumar.
Nosotros tardamos entre 10 y 14 semanas. Son unos tiempos muy competitivos y eso que todavía somos un equipo muy pequeño. Eso por un lado, por otro ,el desarrollo exponencial de la propia tecnología. En un futuro próximo, la impresión 3D será la herramienta con la que todos soñábamos capaz de revolucionar todas las industrias.
Tanto los equipos de Mango como nosotros hemos afrontado todos los desafíos del mundo. Si innovar requiere de mucho valor y determinación en cualquier momento de la vida, ¡imagínate en tiempos de pandemia…! Ha habido que ser muy imaginativo y muy riguroso al mismo tiempo. Pero, sobre todo, la mayor lección que nos llevamos es confiar tanto en uno mismo como los unos en los otros. Y eso… ¡es una lección de vida!
El año pasado fue muy difícil para todos. Sentías su miedo además del propio. Afortunadamente, como nosotros siempre estamos muy cerca de nuestros clientes, cultivamos una relación de confianza con ellos, eso hace que la gestión en tiempos difíciles sea mucho más sencilla. Tras el shock inicial, las marcas empezaron a encontrar nuevos cauces pero la contracción y la cautela seguían ahí.
Este año, sin embargo, estamos muy optimistas. Ha habido un cambio indiscutible en la industria. Las marcas son muy conscientes de la necesidad de fabricar cerca y de hacerlo de forma sostenible. La pandemia unida al cambio climático y a la crisis en el Canal de Suez han acelerado la transformación en curso. Tenemos sobre la mesa propuestas y proyectos que antes de la pandemia nos hubieran parecido impensables. Es esperanzador constatar que, efectivamente, todas las crisis traen consigo regeneración y reinvención.
COMPRAR: zapatos de piel con flores, de Mango (99,99 euros).
COMPRAR: pendientes colgantes, de Mango (25,99 euros).
COMPRAR: cuello de organza con flores, de Mango (29,99 euros).
Por Marina Valera
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