A los 26 años, Yago Rojo ya tiene una marca de 2h08m56 en maratón. Pero sobre todo ha cumplido el sueño de poder vivir como un atleta de élite. Un sueño que perseguía desde que entrenaba en la Blume con Jesús España. “Él me enseñó el camino. Él me enseñó que, después de entrenar, había que ducharse, comer sano e irse a casa a descansar. Por eso en 2018 se me hizo tan difícil cuando se retiró. Me ponía detrás y lo que él hiciese. Empezar a seguir a otra gente me generó ansia. Pero el recuerdo de Jesús España no me abandona nunca. Sin él hoy no estaría aquí y él lo sabe”.
¿Se ha convertido en el mejor maratoniano español?No.Seguro que no. Hay gente que ha corrido en 2h06 y 2h07m y no sería sensato compararme a ellos.
Pero quizá sea usted el de mayor proyección. Eso dice la gente. Pero tampoco se sabe. Hay gente que ha corrido mucho de joven y que luego no ha logrado igualar esas marcas. Otra cosa es si me pregunta cómo me siento en el maratón. Estoy feliz. Jamás me he sentido tan cómodo en ninguna otra prueba.
¿El maratón no se le hace largo? El primero sí, pero el segundo ya no. Quizás porque acababa los entrenos muy entero. De hecho, siempre le decía a mi entrenador, “si tuviese que seguir un poco más podría”, y volvió a pasar. Fue muy gratificante, demasiado.
¿En qué ha cambiado su vida el maratón?Tengo 26 años. Pero sí le puedo decir que hasta entonces había sido bronce en un campeonato de España de 10.000. Pero, claro, de ahí a correr en 2h08m en un maratón hay una diferencia enorme. Antes miraba mi cuenta económica a final de mes y me decía a mí mismo: ‘así no puedes seguir muchos años’. Sin embargo, el maratón me ha permitido plantear mi vida como un deportista de élite.
Y eso que sólo lleva dos maratones.Pero creo que esto está siendo el resultado de lo que he sembrado desde que empecé a correr. Y, mire, el maratón me ha permitido, por fin, darme de alta como autónomo. Me ha permitido ahorrar un dinero y, si sigo así, quizás pueda pensar en comprarme un piso. Al menos, en dar la entrada.
Cómo le cambia la vida a uno. En 2014 empecé a trabajar haciendo transfers, recogiendo en el aeropuerto a los atletas de élite que venían a la San Silvestre Internacional. Me acuerdo del día que fui a recoger a Evan Jager o a Ezequiel Kemboi. Pero no sólo a ellos. También a españoles como Abadía, Sebas Martos, Robert Alaiz y pensaba que yo nunca iba a conseguir estar a su altura.
Pero ahora la élite es usted. Por eso le digo. Ahora, cuando vienen a recogerme a mí, me acuerdo de cuando yo iba a recogerlos a ellos y lo valoras más, porque tú hiciste ese trabajo. Sabes cómo es ese trabajo.
¿Y en qué se parece usted al de entonces?En todo. Básicamente en todo.Yo sigo siendo el mismo chico de Aluche. Siempre seré de mi barrio. De eso no tenga duda. Mi vida no ha cambiado por correr en 2 horas y 8 minutos. Sigo yendo al bar de mi amigo Cristian en la calle Seseña y tan contento. Es más, cuando voy allí me siento un afortunado. Pueden ser los mejores momentos de la semana.
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— Home and Loving It Sun Jul 29 18:17:47 +0000 2018
Ha cambiado todo pero no ha cambiado nadaAsí es. Sigo viviendo con mis padres, pero ahora me acuesto por las noches más tranquilo. He empezado a sentirme útil, a ver que mi trabajo cobra sentido, porque hasta entonces veía un problema: si no generaba dinero ¿cómo iba a vivir de esto?
Y era duro, claro.Mi madre, incluso, no entendía que yo me levantase y que lo primero que hiciese fuese irme a entrenar porque ella quería que estudiase, “estudia, hijo, estudia”. Sin embargo, ahora empezamos a ver en el horizonte la posibilidad de independizarme de casa.
¿No se ha puesto el listón alto?Sí. El año pasado, cuando corrí en 2h09m56, pensaba que sólo igualarlo me iba a hacer feliz. Pero este año he bajado un minuto, sin un día perfecto para correr, y es lo que me hace plantear que tengo margen de mejora.
¿Y podría ser?Quién sabe. He encontrado mi prueba. Cuando entreno maratón soy feliz. He llegado a hacer 205 km semanales y no me sentía cansado. Es más, un día hice 47 km, con 3×7.000 incluido por la mañana, y ni siquiera ese día me veía cansado.
Cualquiera sabe entonces.Igual no vuelvo a correr por debajo de 2h10m pero ¿y si llego a bajar algún día a 2h07m? ¿y si voy a un campeonato de Europa y la lío?, y no sé si lo lograré o no, pero si sé quecuando uno encuentra su prueba todo es mucho más fácil.
¿Qué le dicen en casa?Mis padres trabajan en el aeropuerto y nunca me han regalado los oídos. Ellos me bajan los humos.
¿Y ahora?No, ahora no. Fueron a verme a Valencia y les invité a comer (risas). Pero, mire ahora que lo pienso, el otro día ya estaba mi madre echándome la bronca porque metí el vaquero con el cinturón en la lavadora y se enfadó porque el cinturón podía romper el tambor de la lavadora. Pero eso son las cosas de vivir tan cómodo en casa.
Le hemos abierto los brazos.A mí la responsabilidad no me asusta.
¿Todo es atletismo ahora?No. Sólo me falta una asignatura para acabar la carrera de ingeniero mecánico.Es un mundo que me gusta. Me encanta la Fórmula 1. Le puedo contar que Fernando Alonso me felicitó en 2020 por el maratón de Valencia y me dio mucha ilusión. Mi novia me decía que estaba más contento por esa felicitación que por la marca. Me tuve que callar.
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