Una casa okupa con 500 kilos de explosivos

Más información“This is the venom we are going to give the enemies of Allah”

La célula terrorista de Ripoll, que perpetró los atentados en Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017, preparó durante semanas en una casa en una urbanización de Alcanar (Tarragona) entre 200 y 500 kilos de explosivos con los que querían hacer estallar varias furgonetas para causar el mayor número posible de muertos en un atentado yihadista. Los artificieros de los Mossos d’Esquadra (Tedax) encontraron en el interior de la casa 19 granadas de mano, un chaleco explosivo real, casi intacto, más las 104 bombonas de butano que se pretendían usar como metralla en la explosión, además de tornillos, clavos, bridas... Y también material electrónico, como una cámara de fotos con vídeos e imágenes de la célula terrorista.

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Con ella, el grupo se grabó mientras fabricaba los explosivos para provocar una matanza en Barcelona. Los agentes sospechan que el objetivo principal era la Sagrada Familia. Eligieron el triperóxido de acetona, conocido como madre de Satán y por sus siglas en inglés TATP. Para ello, compraron ingentes cantidades de peróxido de hidrógeno en diversas tiendas en Cataluña y Valencia, acetona y otros precursores.

Los jóvenes empezaron practicando en un piso que tenían alquilado en Ripoll (Girona). Allí guardaban las sustancias para fabricar explosivos a las que solo tenían acceso Younes Abouyaaqoub, el autor del atropello en La Rambla, y Mohamed Hichamy, que participó en el atentado de Cambrils. El piso lo alquiló otro de los terroristas, Youssef Aalla, que se ve en las imágenes recuperadas de Alcanar posando con el chaleco explosivo.

Manuales de Internet

Cuando los jóvenes vieron que el piso, que hacía dos años que tenían alquilado, se les quedó pequeño, ocuparon la casa de Alcanar. Los Tedax sospechan que los terroristas aprendieron de antiguos manuales y de páginas en Internet. “La fabricación del explosivo encaja con diferentes manuales encontrados en Internet, firmados por diferentes productoras asociadas a Daesh, así como la idea de usar granadas de mano improvisadas con mechas de muy corto tiempo para que las posibles víctimas no puedan huir”, asegura el informe de los especialistas.

A pesar de que fueron autodidactas, los Mossos consideran que habían adquirido el “conocimiento necesario” para fabricar explosivos y, por ellos, usaban batas de protección, guantes, gafas, termómetro... “Conocían la peligrosidad de lo que estaban fabricando, dadas las medidas de seguridad que usaban en su elaboración como era el hecho de no usar nada metálico, usando en este caso barreños de plástico y las fundas de almohada para su filtrado, secado y transporte”, añade.

Después de revisar la casa, los agentes han llegado a la conclusión de que el grupo preparaba el explosivo en el lavabo de la finca, usando la bañera, igual que hicieron los terroristas del atentado del Metro de Londres, en 2005, para llevar a cabo la mezcla. Con las fundas de almohadas filtraban la sustancia y limpiaban el exceso de ácido con solución de bicarbonato sódico. Además, les servían para transportarlo. Luego sacaban esas mismas fundas al exterior, y las extendían en unos somieres para que se secase.

La parte final consistía en extender la sustancia encima de un papel de estraza marrón, que, como se ve en las imágenes, secaban con ventiladores. Una vez tenían el producto final, una parte de este explosivo fue usado para rellenar las granadas de mano improvisadas y los tubos del chaleco de explosivos. El resto lo guardaban para el día del atentado.

En base a las 56 fundas de almohada encontradas y la cantidad que cabía en cada una de ellas, la posibilidad de que hayan sido reutilizadas y las declaraciones de uno de los supervivientes, los agentes sospechan que pudieron fabricar entre 200 y 500 kilos de explosivos en Alcanar.

Los terroristas trabajaron con escasos recursos para llevar a cabo sus plantes. Vendieron joyas de familiares, utilizaron material del lugar donde trabajaban (uno de ellos era empleado en una forja) y lo hicieron aparentando normalidad en su entorno. En las imágenes, se mofan y amenazan a sus futuras víctimas: “A sufrir. ¡Enemigos de Alá!”. “Cada gramo de este hierro se os va a meter en vuestras cabezas o en las de vuestros hijos o en la de vuestras mujeres”, se oye decir a otro de los terroristas. “Este es el veneno que vamos a poner para los enemigos de Alá para que lo saboreen”.

Dos testigos incriminan a Driss Oukabir

Dos testigos protegidos ratificaron el lunes ante el juez Fernando Andreu sus testimonios incriminatorios contra Driss Oukabir, uno de los supervivientes de la célula que perpetró los atentados de Barcelona y Cambrils. Uno de estos testigos, denominado en el sumario A3, es un ciudadano francés residente en Alcanar (Tarragona), la localidad en la que estaba el chalé en el que los yihadistas fabricaron el explosivo que estalló accidentalmente y causó la muerte a tres. A3 afirmó que vio varias veces en esa vivienda a Oukabir —actualmente encarcelado— y a Younes Abouyaaqoub, autor del atropello masivo y abatido días después.

El segundo testigo, A1, es el camarero de un bar de Tona, una localidad entre Ripoll y Barcelona, en el que estuvieron reunidos el día antes de los atentados Oukabir y Abouyaaqoub. Según detalló, en aquel encuentro el primero llevó intentaba convencer de algo a su compañero. Oukabir siempre ha negado pertenecer a la célula.