Los vestuarios más histriónicos y locos de la historia del cine

En la redacción de SensaCine, aunque no lo parezca, somos muy de moda. Siempre procuramos estar al tanto de las últimas novedades que nos vienen de la Pasarela Cibeles o de la Paris Fashion Week. Por ello, hemos puesto nuestros cerebros a funcionar y a seleccionar los que -en nuestra humilde opinión- son los vestuarios más atrevidos e histriónicos del cine. Acompáñanos en este viaje desde el taller de Paco Delgado a las agujas de Jean Paul Gaultier.

María Antonieta (Sofia Coppola, 2004)

Dejando al margen la valoración de la película, lo sentimos Sofía (Coppola), pero después de Lost In Translation esperábamos bastante más, María Antonieta es el sueño de todo equipo de vestuario, diseñador y amante de la moda. Es todo un alucinógeno textil. Un espectacular viaje astral entre sedas y pelucas de colores. La artífice de este éxtasis estilístico es Milena Canonero, que ha ganado cuatro premios Óscar por su diseño de vestuario, uno de ellos por este mismo filme.La película se desarrolla durante el siglo XVIII en la corte (decadente) de Versalles, donde seguimos los pasos -¡qué maravilla de zapatos firmados por Manolo Blahnik!- de una adolescente María Antonieta (Kirsten Dunst), que ha sido separada de su familia en Viena para caer en el pomposo y frívolo mundo de la élite parisina.

La joven pronto acaba tomando por bandera el lema de "para frívola yo" y comienza a disfrutar de todo tipo de lujos a cual más excéntrico. Plumas, joyas, abanicos, corsés imposibles, enormes lazos, volantes del tamaño de una hélice de avión, pedrería en cada vestido que da para pagar un mes de alquiler, tocados de flores que acabaron con la mitad de la flora de Francia, mucho color pastel, y derroche de sensualidad. Un dato: Kirsten Dunst luce más de 65 vestidos en este filme, que es una deliciosa pasarela de alta costura de dos horas. 'La créme de la créme' son las licencias estilísticas, como el plano de unas Converse, sí, Converse, de la hija de Sofía Coppola. Terminas de ver la película con ganas de llenarte de lazos, atarte un can can, plantarte una peluca y salir a la calle a comprar cupcakes. '¡Viva la frivolité!'

Lourdes de Paredes

El quinto elemento (Luc Besson, 1997)

Estamos ante una película de ciencia ficción dirigida y escrita por Luc Besson y protagonizada por Bruce Willis, Gary Oldman y Milla Jovovich. Ambientada en el siglo XXIII, la trama de El quinto elemento se centra en la supervivencia del planeta Tierra y la extinción de la raza humana, únicamente posible de evitar con el quinto elemento (Jovovich). El encargado de custodiar a la misteriosa mujer es Korben Dallas, un ex-militar que ahora se dedica al taxi. La icónica cinta tiene muchas razones para haberse convertido en uno de los emblemas de la década de los 90, pero el ritmo y el vestuario son, sin duda, las dos en el podio.

El francés Jean Paul Gaultier, es el aclamado diseñador detrás del magnífico -y exagerado- vestuario de la película. Durante sus dos horas de duración, la extravagancia de la ropa es un deleite para los ojos del espectador, y Gaultier lo sabía, pues creó casi 1000 diseños para crear una experiencia completa vistiendo, incluso, a los extras -probablemente esto tenga mucho que ver con que fuese la producción rodada fuera de los Estados Unidos más cara hasta la fecha-. No es de extrañar, entonces, que el comienzo de diseño de vestuario del proyecto tuviese lugar siete años antes de su estreno, en 1990. Estampados animales, un toque 'steampunk' o vestidos de Mcdonald’s, junto con un magnífico uso del color e influencias modernistas, futuristas y 'art deco', crean una experiencia única que, probablemente, de no existir dejaría la película en el olvido.

Marta González

Bitelchús (Tim Burton. 1988)

Los vestuarios más histriónicos y locos de la historia del cine

Al preparar el texto para este tema me he dado cuenta de una cosa: nunca presto demasiada atención al vestuario de las películas y quizás debería comenzar a hacerlo. Me ha costado muchísimo decidirme por la poca cultura que tengo en este tema pero he decidido quedarme con Tim Burton y su peculiar universo que nunca falla. Aunque podría hablar de Eduardo Manostijeras o Alicia en el país de las maravillas, que, críticas aparte, es un espectáculo visual, elijo Bitelchús (Beetlejuice) porque me sigue fascinando a día de hoy y aún no comprendo muy bien cómo pudimos españolizar tanto el título.

Lo mejor de la película son las prótesis que utilizan para transformar a los protagonistas, pero el vestuario tampoco está nada mal. Ese traje de rayas blancas y negras ha conseguido pasar a la posteridad y la prueba son esas imágenes de chicas Tumblr vistiendo el dichoso pantalón -¡Ninguna emo sin sus pitillos de Bitelchús!-. El resto de personajes también tienen rasgos únicos, como las patillas de Delia Deetz (Catherine O'Hara) en la cena encantada, el vestido que Barbara Maitland (Geena Davis) está condenada a llevar durante el resto de su existencia o, por supuesto, cualquier prenda de ropa que lleve Lydia. La jovencísima Winona Ryder llevó ese raquítico flequillo con muchísima dignidad y convirtió el estilismo gótico de su personaje en uno de los vestuarios más recordados del cine.

Sara Heredia

Un pliegue en el tiempo (Ava DuVernay, 2018)

"¿Pero eso es cómodo? ¿Cómo se puede mover? ¡Pero que está corriendo! ¿Cómo lo hace?" Estas son solo algunas de las preguntas que me hacía viendo la película de Disney dirigida por Ava DuVernay (Así nos ven) acerca del casi imposible vestuario que llevaban Oprah Winfrey, Reese Witherspoon y Mindy Kaling en Un pliegue en el tiempo.

Cada vez que viajaban a otro lugar, allí estaban ellas con unos vestidos que parecían sacados de una noche de sueños psicodélicos. Como el de Mindy Kalling, que parece que bebe de la época de María Antonieta pero siempre con ese toque surrealista, o los de Oprah Winfrey, que insinuaban que no se podía mover mucho con ellos. Todos estos están realizados por Paco Delgado, el diseñador de vestuario español que ha sido nominado dos veces a los Oscar por su trabajo en La chica danesa y Los miserables.

Custodio Guerrero

Zardoz (John Boorman, 1974)

La suma de los factores distopía apocalíptica y resaca del hippisimo ofrece como resultado Zardoz, también conocida como uno de los sci-fi más maravillosos de la década de los 70. Los seguidores del género convendrán en que la película es ya una cinta de culto y mucho de ello se debe a la peculiar combinación de talento (Sean Connery, Charlotte Rampling como protagonistas, dirigidos por John Boorman), referencias entendidas de manera muy sui generis (el nombre del filme surge de la recombinación aleatoria del título El mago de Oz, mientras que en un primer momento Boorman pretendía hacer una versión libérrima de El señor de los anillos, de Tolkien), y, por último, un diseño de vestuario ad hoc todavía hoy imposible de superar. La responsable de tal derroche de creatividad es Christel Kruse Boorman, esposa del director, en lo que supuso su bautizo en ese rol profesional.

Luego vendría La selva esmeralda (1985), también con Boorman, y poco más, pero Kruse Boorman será por siempre recordada por habernos ofrecido la estampa de Sean Connery en calzones rojos sujetados por tirantes y con botas pirata cubriéndole las piernas. No pocas voces aseguran que el vestuario de la cinta es uno de los peores de la historia del cine, por extravagante e inverosímil, pero a pesar de esas calificaciones lo cierto es que es uno absolutamente coherente con el tono de extrañeza psico-cósmica que modula Boorman en el relato. La trama sigue la estructura del viaje del héroe, aquí Zed (Connery), quien en un futuro donde los humanos están divididos entre los Brutales pobres y los Eternos inmortales, acabará descubriendo la verdad sobre su propia naturaleza. Obviamente, la diseñadora de vestuario se esmeró en dotar de uniformidad textil a los Eternos, ataviados de largas faldas de diversos colores y cuyas cabezas van cubiertas de un pañuelo, pero, como apuntábamos, es el traje de los exterminadores, casta a la que pertenece Zed, por la que el vestuario de Zardoz es aún hoy icónico. Ni Borat lo supera.

Paula Arantzazu Ruiz

Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015)

Si la cosa va de elegir los vestuarios de cine más locos e histriónicos, rápidamente se me viene a la cabeza la oscarizada Mad Max: Furia en la carretera. La cinta de 2015 dirigida por George Miller no es precisamente un despliegue de can canes ni llamativos colores o volantes, ni tampoco un desfile de ropajes futuristas que parezcan tener vida propia. Lo que me gusta el vestuario de Mad Max: Furia en la carretera –que además se llevó el Oscar a Mejor diseño de vestuario- es esa combinación de estilos en la que tiene cabida lo punk, lo militar, la ropa motera y toda serie de artilugios que acaban siendo un elemento esencial en la identidad de cada uno de sus personajes.

El 'outfit' casi de película de terror de Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne) y el look esquelético de sus secuaces los Chicos de la Guerra; lo minimalista de los ropajes de las cinco esposas; y los cueros, arneses, gafas y todo tipo de accesorios que acompañan a Furiosa (Charlize Theron), Max Rockatansky (Tom Hardy) o las bandas de moteros que campan a sus anchas por este angustioso y desértico mundo postapocalíptico. Una joya para la vista.

Alicia P. Ferreirós

Star Wars: Episodio I – La Amenaza Fantasma (George Lucas, 1999)

Lo cierto es que si hablamos de los vestuarios más locos del cine, la que sale ganando -en mi opinión- es, sin duda: Star Wars: Episodio I - La Amenaza Fantasma, dirigida por George Lucas. Con un reparto encabezado por Liam Neeson, Ewan McGregor y Natalie Portman, al director sólo le hizo falta buscar la inspiración en Mongolia y en el Tíbet para ponerse a "jugar" con el vestuario. Portman interpretaba a la reina Padmé Amidala, a quien nunca veíamos con un atuendo corriente. De hecho, para cada ocasión llevaba un "look" distinto, cada cual más extravagante. Para aquellos que estábamos acostumbrados a ver a Leia con esas túnicas blancas tan sencillas, los trajes que vestía Padmé Amidala en algunas escenas nos resultaron mucho más pesados, recargados y llamativos. De hecho, si echo la vista a atrás, me veo a mí misma viendo por primera vez a Leia en Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza. Mi primer pensamiento hacia el peinado que llevaba fue: "Parece que lleva dos ensaimadas en la cabeza". En cambio, mi reacción al ver a Natalie Portman fue: "Las ensaimadas se han transformado en cuernos gigantes".

Recuerdo que uno de los trajes que más me impactó fue el vestido de rojo, de corte imperial asiático que llevaba en la escena del Salón del Trono. No solo era la ropa, sino el peinado lo que le daba ese aire tan galáctico a Portman y conseguía que pareciera realmente una persona de otro mundo. Por un lado, había trajes muy llamativos que rozaban lo rocambolesco y, por el otro, los vestidos con una elegancia más clásica como el ajuar que llevaba en Star Wars: Episodio II - El ataque de los clones durante su matrimonio con Anakin Skywalker, nuestro futuro Darth Vader. Aunque soy más fan de la vieja escuela, debo admitir que los vestuarios de Star Wars: Episodio I - La Amenaza Fantasma son el resultado de un duro trabajo, que innova y sorprende a partes iguales, pero siempre manteniendo esa autenticidad que tanto caracteriza a esta icónica saga de ciencia ficción.

Sonia Cobos

Flash Gordon (Mike Hodges, 1980)

Hoy en día las adaptaciones de cómic son todo un éxito de taquilla y de crítica, gracias (en gran parte) al Universo Cinematográfico de Marvel, pero hubo un tiempo en que esto no era así. El cine de los ‘80 es recordado con nostalgia por muchos; se había acabado una complicada década en la que algunos estudios rozaron la quiebra y en la que muchos directores se dedicaron a la experimentación con nefastos resultados en taquilla. Ahora las bases las sentaba un tal Spielberg y se imponían largometrajes realizados para un público masivo -los que después se llamarían 'blockbusters'- que demandaba ese tipo de productos. En este contexto, al emblemático productor Dino De Laurentiis se le ocurrió llevar al cine una obra clásica de la historieta americana: la muy bizarra Flash Gordon. Tras la negativa de Federico Fellini a hacerse cargo de la dirección del megalómano proyecto, el ejecutivo contrató al británico (y semidesconocido) Mike Hodges para ponerse tras las cámaras. Al ser un ambicioso proyecto de ciencia ficción, necesitaría un vestuario a la altura, por lo que se fichó a Danilo Donati (que venía de colaborar con el propio Fellini en Amarcord o con Pier Paolo Pasolini en Saló o los 120 días de Sodoma) para tejerlo.

El resultado una gama de pantones chillona, en la que abundan los dorados y las brillantinas por doquier, y que hace parecer al Planeta Mongo un delirio 'pulp' semejante a una alocada fiesta de 'drag queens'. Sólo por ver al gran Max von Sydow -que interpretaba a Ming, el villano de la función- con esa aparatosa capa roja y negra en tonos brillantes, ya merece la pena revisar esta comedia involuntaria disfrazada de 'space opera'.

Tomás Andrés