El Seprona recupera un trozo del meteorito caído en León en 1947 que se iba a vender en Internet por 50.000 euros

Agentes de la Guardia Civil, pertenecientes al Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Comandancia de Madrid, han hecho entrega esta mañana al director del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Rafael Zardoya, de un trozo del meteorito de Reliegos (León) que se encontraba en paradero desconocido y que se requisó hace días en la localidad de Hernani (Guipúzcoa). La recuperación del fragmento (en el centro de la fotografía que acompaña a esta información y con una placa) ha sido posible, porque se puso a la venta en un portal de subastas de Internet.

El trozo localizado forma parte del meteorito que cayó en la localidad de Reliegos (León) a las ocho de la mañana del 28 de diciembre de 1947. El bólido se cortó en varios trozos para su estudio: unos se enviaron al MNCN y otros a los museos de historia natural de Washington y Nueva York.

El responsable de la venta del meteorito es Juan Carlos Manjares, empleado de una empresa de mudanzas en el País Vasco que está siendo investigado por un delito de apropiación indebida. Explicó que se lo encontró en un trastero de Manuel Laborde Werlinden, científico y fundador de la Sociedad de Ciencias de Aranzadi que murió en 1993. La roca espacial tiene un tamaño de unos 20 centímetros de diámetro, tiene forma de cuña y es solo un pedazo del aerolito que cayó en 1947 en el pueblo de León. Ya se encuentra expuesto en una sala del museo junto a los otros trozos del meteorito de Reliegos que ya estaban en el recinto.

El meteorito de Reliegos es una condrita ordinaria. Las condritas se crearon hace más de 4.500 millones de años y no se han vuelto a fundir desde entonces, de ahí su valor para conocer aspectos del sistema solar más temprano, el origen de la vida o la síntesis de compuestos orgánicos.

La investigación se inició a instancias del MNCN, cuando el conservador de la Colección de Geología, que alberga varios meteoritos, descubrió el anuncio en Internet, donde se publicitaba la venta del fragmento, reconociendo el etiquetado del centro museístico. Aurelio Nieto, responsable de la colección alertó al SEPRONA de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, interponiendo la correspondiente denuncia.

Los agentes iniciaron las labores de investigación logrando identificar al autor del anuncio, el empleado de la empresa de mudanzas. Una vez en la localidad donostiarra, comprobaron el fragmento del meteorito y el etiquetado del mismo. Finalmente, requisaron el aerolito y procedieron a investigar al anunciante por un delito de apropiación indebida.

El Seprona recupera un trozo del meteorito caído en León en 1947 que se iba a vender en Internet por 50.000 euros

El ahora investigado aseguró que se lo encontró hace siete años en una caja que estaba en un trastero a nombre del investigador Manuel Laborde Werlinden que fue vaciado por impago.

El empleado de la firma de mudanzas contó hace unos días al Diario de León que "la mayor parte de los enseres que había en el trastero acabaron en un vertedero". Agregó que entre las pertenencias de Laborda Werlinden a él le llamó la atención una caja de minerales y la salvó de la basura. Una de las piedras era un meteorito que tenía una placa del Museo de Ciencias Naturales, donde había estado expuesto hacía años.

Juan Carlos se quedó con el meteorito y lo sacó a subasta hace un año en la web todocolección.net. Posteriormente, lo volvió a publicitar este año. La puja finalizaba el 27 de octubre y su precio de salida era de 27.500 euros, aunque se sospecha que podría llegar a venderse por unos 50.000 euros.

Según fuentes de la investigación, Laborde tenía autorización del museo para el estudio del meteorito que debería estar catalogada entre todas las piezas del departamento correspondiente. La Guardia Civil ha confirmado que Laborde tenía la pieza en depósito para su estudio y que su rastro se perdió hace ya hace muchos años. También ha agregado que la investigación sigue para comprobar si el relato del empleado de mudanzas es verdadero. Lo que sucedió con el bólido desde 1993 hasta hoy, "sigue siendo investigado", ha avanzado el responsable del Seprona, el capitán Marcos Santos.

El General José Antonio Berrocal Anaya de la Guardia Civil, quien ha hecho entrega del meteorito, ha destacado que proteger y conservar el patrimonio de España es "una de las labores más gratificantes" del cuerpo, mientras que Zardoya ha agradecido "este buen regalo de cumpleaños" en el 250 aniversario del museo que se celebra este año.

Según recogió en 1947 el periódico PROA, esa mañana del día de los inocentes se oyó un estruendo en la localidad que hizo pensar a los vecinos que se había estrellado un avión. A los pocos minutos pudieron averiguar que el ruido era como consecuencia de una enorme piedra descendida del cielo, que había caído a escasos metros de la vivienda de Ramira Santa María y que dejó un surco en el suelo de 35 centímetros de profundidad. Nadie se atrevía a tocar aquel humeante e incandescente objeto que se partió en varios trozos y que más tarde fue custodiado por el alcalde, hasta que fue entregado al Ejército del Aire. Era un condrito tipo L5 y su peso era de unos 18 kilogramos. Se trataba del último catalogado en España, y también era el último caído del que se tenía noticia hasta la caída de otro en la localidad palentina de Villalbeto de la Peña en el año 2004.

La Real Sociedad Española de Ciencia Natural publicó un estudio titulado Astrolito de Reliegos, donde se recoge el informe realizado en aquel momento por los facultativos de minas José Aquilino Álvarez y Luis López López, que aseguraban que el meteorito pesaba cerca de 17,5 kilos y que el mayor fragmento era de 8,9 kilos.

Para el conservador Aurelio Nieto, este meteorito recuperado es una pieza única, pero "lamentablemente, a veces, estos objetos del patrimonio no son muy valorados".

Javier García Guinea, geólogo y profesor de investigación del CSIC, ha explicado que la rocambolesca historia del meteorito de Reliegos pone de manifiesto el vacío legal de los bólidos, que están fuera de la protección de las leyes españolas. "La Ley de Patrimonio Natural de 1985 protege a los objetos arqueológicos y paleontológicos en España" y establece que las piezas encontradas pertenecen a las consejerías de las comunidades autónomas, pero para esta Ley "los meteoritos son piedras del campo", ha lamentado a la agencia EFE.

Esta falta de legislación genera unos enormes problemas a los científicos que se ven obligados a encontrar y recolectar los meteoritos antes de que lo hagan los buscadores profesionales, o esperar a que la persona que los encuentre decida donarlos al Estado.

Para este científico, lo más eficiente sería redactar una norma específica que proteja a los meteoritos o incluirlos en la Ley de Patrimonio de 1985 porque algunas de estas "piedras de campo" tienen un elevado valor científico, "que nos cuentan lo que hay en el centro de la Tierra, cómo es el manto terrestre o nos dan información sobre las cosas que hay ahí fuera". "Como mínimo, estas joyas del universo deberían estar en un museo", concluye.

En relación con este tipo de delitos de venta de objetos en Internet el Seprona recuerda que hay que desconfiar de las ofertas demasiado buenas y que es aconsejable evitar las operaciones por transparencia que no dejen rastro y que soliciten dinero por adelantado. Reiteran que la mejor prevención es la información.

En los últimos años, la venta por Internet ha crecido "de forma exponencial", unas subastas pueden ofertar objetos de interés científico, armas, animales protegidos o patrimonio expoliado, entre otras cosas, por eso, "siempre hay que informarse antes" y "por seguridad y transparencia, evitar las operaciones que no dejan rastro o que solicitan el dinero por adelantado", ha advertido a EFE el capitán Marcos Santos.

Lo anecdótico del asunto es que ahora muchos aficionados conocen la importancia del meteorito de Reliegos (municipio de León situado en el camino de Santiago Francés) y numerosos peregrinos preguntan por él, ya que no hay en la localidad ninguna indicación hacia el lugar exacto donde cayó.


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