De vestidos y coronas: cómo Charlène de Mónaco reinventó el estilo de la princesa moderna

Realeza
Analizamos la evolución del estilo de la princesa, cuyas fases van desde la amazona glamurosa hasta el grunge.

Por Chandler TregaskesDe vestidos y coronas: cómo Charlène de Mónaco reinventó el estilo de la princesa moderna De vestidos y coronas: cómo Charlène de Mónaco reinventó el estilo de la princesa moderna

Cuando Grace Kelly se llevó el Oscar en 1955 por la película La angustia de vivir con un vestido de satén francés color menta firmado por Edith Head acaparó las miradas de todo el mundo – incluida la del príncipe Rainiero de Mónaco, que se casó con ella un año después. Conocida por ser la musa rubia de aires gélidos de Alfred Hitchcock, el estilo de Grace se fue incubando a lo largo de la era dorada hollywoodiense. Según los entendidos de la realeza, Kelly fue la princesa más glamurosa de todos los tiempos.

Medio siglo después Charlène de Mónaco, su nuera y heredera de su estilo, interpreta su papel de alteza serenísima con el mismo encanto e ímpetu. Existen muchas similitudes entre las dos estilosas princesas monegascas. Charlène tan capaz de irradiar glamour del viejo Hollywood como Grace (para ejemplo el vestido azul de Armani Privé que lució en la Gala de la Cruz Roja de 2016, que tanto recordaba a Grace Kelly en Atrapa a un ladrón), pero también es capaz de pasar de la ostentación a lo grunge. Sus días como atleta olímpica fueron una época más sencilla y repleta de prácticos trajes de baño; mucho más de toallas y estética masculina que de muumuus y Miu Miu. Pero con el paso de los años, Charlène se ha convertido en toda una maestra del estilo camaleónico y acumula más reinvenciones a sus espaldas que la mismísima Madonna. En resumen, el suyo es un ejemplo perfecto del vestuario de una princesa rabiosamente moderna.

Todo empezó en la boda del príncipe Guillermo y Kate en 2011, cuando Charlène – entonces todavía prometida de Alberto de Mónaco – optó por un abrigo vestido gris de Arkis acompañado de unos guantes blancos y un sombrero tan fabuloso como la ocasión requería. Aquello marcó el comienzo de una etapa de estilo definida por los vestidos de cuello alto, como aquel verde tan espectacular de Ralph Lauren que se puso para acudir a los Premios Princesa Grace de 2013, o uno blanco de Arkis con un abrigo largo hasta el suelo que lució el Día Nacional de Mónaco de 2016, así como marcada por el chic más rebelde. En el Baile de la Rosa de 2013, Charlène lució un vestido con una capa bordada con cuentas de Ralph Lauren acompañado de una cazadora de cuero color crema, al más puro estilo rockero. Por no hablar del espectacular mono de Atelier con bustier de lentejuelas que llevó en la Gala de la Cruz Roja de 2017 o su clásico look de esmoquin, esta vez de Ralph Lauren, en los Premios Princesa Grace en 2018.

De vestidos y coronas: cómo Charlène de Mónaco reinventó el estilo de la princesa moderna

En diciembre de 2020, Charlène subió la apuesta al estrenar pelo corto rapado al ras a los lados (un clásico de los primeros 2010, gracias a Ellie Goulding, Skrillex y los adolescentes de Tumblr) mientras repartía regalos navideños a los niños en el palacio del principado de Mónaco. Combinó su peinado punk con una cazadora tipo bomber con estampado de motivos africanos y una mascarilla dorada de lo más chic. Sigue vigente su afición por los pantalones vaqueros (que lleva por dentro de sus botas espectaculares), así como por el color caqui y los abrigos negros de gran tamaño. La boina magenta que lució en las festividades de Sainte Dévote del año pasado parecía haber salido directamente de los pasillos de Central Saint Martins, si bien en los últimos meses, durante su estancia en Sudáfrica, la ha cambiado por el sombrero de explorador. Durante su periodo en Sudáfrica apareció una publicación en Instagram en blanco y negro en la que la princesa promocionaba la campaña Rhino Horn is Not Cool, que lucha contra la caza furtiva del rinoceronte, cubierta de joyas de inspiración africana y con el rímel corrido. Aquello fue el último grito en solidaridad con estilo, además de recordarnos a su cuñada Estefanía de Mónaco en los años 80, cuando algunos de sus estilismos parecían sacados de Mad Max.

Este último estilismo está en las antípodas del look que llevó en el día de su boda celebrada en julio de 2011, en la que pudimos disfrutar de una Charlène enfundada en 130 metros de seda en forma de vestido de Armani Privé con escote Bardot y nada menos que 20.000 lágrimas de madreperla. Pura perfección digna de una princesa. El regalo de boda de Alberto de Mónaco, una tiara de Van Cleef & Arpels de diseño ondulado con 1.200 piedras (de un total de 70 quilates), no solo supuso un homenaje de lo más apropiado a sus días como nadadora olímpica, sino también un guiño a su reinado de estilo como Charlène de Mónaco.

Artículo original publicado por Tatler y traducido por Darío Gael Blanco. Acceda al original aquí.