Ford Ghia Vivace Concept, una excelente pieza para tener en un museo

El Ford Ghia Vivace Concept fue creado con un “atractivo emocional intenso”, dijo la firma del óvalo azul durante su presentación en 1996. Con la intención de ser “un coupé dinámico y asertivo”, se construyó para “explorar formas de reconciliar la construcción del marco espacial de aluminio con un empaque práctico y consideraciones estéticas”. Por supuesto, es un vistazo a una idea de finales de los años 90 de cómo sería el futuro, con bordes redondeados, un color brillante (amarillo perla) y una postura cuanto menos llamativa.

El prototipo fue creado en colaboración con Ghia como una forma de experimento que buscaba aplicar las técnicas de diseño sobre chasis de estructura espacial. En principio, se suponía que la plataforma del Ford Mondeo sustentaría a este curioso coupé de formas bulbosas, y que un bloque V6 de 2.5 litros propulsaría las ruedas delanteras, pero jamás llegó a materializarse. Era un concepto de vehículo extraño, progresista y no destinado al gran público. Y a juzgar por el resultado final, Ford y Ghia hicieron bien en detenerse ahí; por suerte, el Cougar llegó en 1998.

Ford Ghia Vivace Concept, una excelente pieza para tener en un museo

El exterior luce un esquema de pintura de color amarillo brillante y un diseño que destaca por una peque-parrilla, unas llantas de 17 pulgadas con cubiertas de plástico (tapacubos) envueltas en neumáticos Pirelli P700 y unas salidas de escape que no funcionan. Sin duda, es interesante ver que el diseño toma prestadas varias señales del identidad de estilo de Ford en ese momento, incluidos los faros delanteros de forma ovalada o la parrilla donde se alojan los faros antiniebla. La diferencia en este caso en concreto es que esas formas se llevan a un nivel nuevo y exagerado.

Sin embargo, por muchas ganas que uno pueda tener en conducir en un prototipo único como este, no tiene ni motor ni transmisión. De hecho, el Ghia Vivace Concept solo puede maniobrar en plataformas rodantes, mientras que algunas imágenes desde los bajos del vehículo revelan que se basa, simplemente, en una estructura de acero con vigas y travesaños. Además, como es solo un ejercicio de diseño y nunca fue diseñado para ser conducido, el interior está compuesto por una superficie de tela marrón y un volante parcial, así como los respaldos de los asientos.

Y por si la practicidad no fuese lo suficientemente escasa, la carrocería al completo se fabricó en fibra de vidrio, con unas puertas que no se abres y, consecuentemente, unas ventanillas que no son practicables. Además, la pintura se aplicó sobre una preparación rápida, mostrando el tejido de fibra de vidrio en su superficie, lo que da pie a rayones y grietas evidentes a las primeras de cambio. Después de todo, ni siquiera es realmente un coche, por decir algo, y el diseño es en su conjunto bastante polarizador. Pero es un pedazo de la historia de Ford y merece ser conocido.

Hechos a mano en los estudios de Ghia en Turín, Italia, se suponía que estos prototipos originales explorarían la posibilidad de poder acceder a vehículos más ligeros, avanzando lo que la marca ya había aprendido a través de su anterior programa de “Vehículos Intensivos de Aluminio” y su flota de Mercury de 1994 totalmente de aleación. Las tomas que ilustran el post corresponden al portal de subastas Bring A Trailer, quien tuvo la oportunidad de hacer que llegase a un nuevo dueño por la irrisoria cifra de 3.050 dólares (2.525 euros, aprox.) en octubre de 2020.

Fuente: Bring A Trailer

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