Sara Gay Forden, autora de la casa Gucci, «Vi mi libro en las oficinas de Gucci, lo que me hace pensar que han aceptado mi versión de los hechos»

MARITA ALONSO

Si hablamos de una historia en la que se mezclan los corazones rotos, un asesinato a la luz del día y acaloradas peleas en las que bolsos de marca salen despedidos por la ventana, lo lógico sería pensar que se trata de una película ideada por un equipo de guionistas un poco pasados de rosca. Sin embargo, estos son los ingredientes de la historia real de Gucci, una marca que ha sido capaz de caer y levantarse tantas veces como las entrelazadas letras G de su logo han sido grabadas en sus diseños. Esa historia ha acabado ahora en la gran pantalla de la mano de Ridley Scott, con un reparto tan exclusivo como las creaciones de la casa italiana: Adam Driver, Jared Leto, Al Pacino, Jeremy Irons y Salma Hayek acompañan a Lady Gaga en su regreso al cine. La cantante interpreta a Patrizia Reggiani, condenada a 18 años por orquestar el asesinato de su marido, Maurizio Gucci, a quien da vida Driver.

La culpable de que se conozcan todos los detalles de esta apasionante y complicada historia es Sara Gay Forden, autora de La casa Gucci, el libro en el que se basa la película y que, tras su lanzamiento en 2000, regresa con un epílogo que explica lo que ha ocurrido con la firma desde entonces. «Cubrí durante 15 años la industria de la moda italiana desde Milán para la revista WWD, por lo que escribí mucho sobre Gucci. Pronto me di cuenta de que había una narrativa increíble en su trayectoria. Al comienzo era una historia demasiado trágica y triste, porque la empresa se estaba hundiendo.

Maurizio había perdido el control y, por si fuera poco, su mujer fue detenida por ordenar su asesinato. Hasta que la firma no se puso de moda gracias a Tom Ford, no fui consciente de que había una historia de luces y sombras increíble que podía narrar. Fue el propio Maurizio quien me hizo querer contarla, era la figura esencial entre el pasado y el futuro», asegura.

Sara Gay Forden, autora de la casa Gucci, «Vi mi libro en las oficinas de Gucci, lo que me hace pensar que han aceptado mi versión de los hechos»

«A decir verdad, siempre pensé en la historia de Gucci como si fuera una película, porque está repleta de escenas dramáticas, aunque nunca imaginé que terminaría siendo una de estas dimensiones. Gucci tiene una mística concreta, un nombre y una historia, algo que la hace única», reconoce Sara. Lo que ella ignoraba es que precisamente serían esa mística y esa historia las que darían un giro al proceso de escritura. «Necesité dos años para escribirlo; de ellos, dediqué año y medio solo para a recopilar la documentación.

Me encontraba inmersa en el libro cuando sucedieron dos cosas. Por un lado, el juicio por el asesinato de Maurizio, que me tuvo en el juzgado prácticamente durante tres meses. Por otro, la batalla para hacerse con la empresa». La autora se refiere a la pugna por comprar la firma italiana que enfrentó durante dos años y medio a François-Henri Pinault (su actual propietario) y al presidente de LVMH, Bernard Arnault.

«Conocí a Patrizia cuando ya se había separado y Maurizio estaba perdiendo el control de la empresa. Estaba muy enfadada, se pasó la entrevista criticando la incapacidad de su marido para manejar la compañía. Fue una charla muy intensa que mis editores no quisieron publicar, pero guardé todas las notas que tomé, que me vinieron genial para escribir el libro. Cuando ella estaba ya en la cárcel, mantuvimos correspondencia, aunque no querían que una delincuente tuviera acceso a los medios. En ese momento, su visiónde Maurizio era más cariñosa que antes; le había amado intensamente», explica.

«Cuando Maurizio quería relanzar la marca, no quería hablar del pasado: solo le interesaba el futuro. Sin embargo, logré ordenar la historia. Es un tema que la compañía ya ha superado. De hecho, vi el libro en las oficinas de Gucci, lo que me hace pensar que han aceptado mi versión de los hechos», comparte Sara Gay antes de reflexionar sobre los cambios y el presente de la firma italiana. «Maurizio era muy clásico y quería que Gucci fuera el Hermès italiano. Deseaba que sus productos fueran redondos, marrones y suaves. Eso cambió al llegar Tom Ford, que hizo que todo fuera cuadrado y negro. Cada director creativo trae su visión a la marca y ahora Alessandro Michele ha buceado en los archivos del pasado, los ha actualizado y nos ha recordado que la moda también es diversión, atrayendo a un nuevo cliente».

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¿Se plantea repetir la experiencia con otro emblema de la moda? «Sería un reto encontrar una historia con tantos elementos, pero hay algunos proyectos», reconoce la autora. Por el momento, Gucci no solo forma parte de su currículum; también de su armario. Sara alquiló un estudio en Milán para escribir el libro. Un mediodía, yendo a comer con unos amigos, encontró unas cajas repletas de cosas, que una mujer había sacado a la calle para tirarlas. Sobre ellas, un maletín de cuero con asa de bambú de Gucci. Sara se hizo con ese icónico diseño que ahora le acompaña en sus viajes. Solo podía ocurrirle a alguien que ha buceado en el pasado de la firma y que ha convertido una historia mundana en un final digno de novela.

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