El bolso definitivo para las madres

Esta historia esconde un juego de palabras. Porque la protagonista, Josefina, no se llama Josefina; de hecho, Josefina no existe. Quien sí existe es France Lamy Herbeau, la creadora de la firma de bolsos Josefina. France es medio francesa —nacida en España, de padres galos— y, rizando el rizo, France vive en Francia. “Tengo la suerte de estar aquí”, dice señalando París por la ventana. Pero le gusta pasar cuatro meses al año en España, su otra patria. “En Madrid y Comillas estoy en mi salsa”.

Con 39 años, Lamy Herbeau arrasa con sus bolsos entre las madres: están compartimentados para poder guardar en ellos el biberón y los pañales, pero su estética y apariencia externa es la de un complemento de moda. Con un precio en torno a los 350 euros, despacha unas 2.000 piezas al año, de las que el 40% se queda en Francia, el 20% va a España y el resto se reparte en el mercado internacional. “Ya es bastante corriente ir por la calle y ver un josefina, pero yo me sigo poniendo nerviosa”, reconoce. “No puedo estar más orgullosa”.

Considera a Josefina su tercer hijo, después de los reales, Olivia y Axel, porque fue el nacimiento de la mayor lo que la llevó a este proyecto, pensado en París y fabricado en talleres valencianos. La entonces veinteañera había trabajado en gigantes de la cosmética como L’Oréal y Nivea, a los que había llegado tras estudiar Empresariales. Cuando se quedó embarazada de Olivia, tuvo su primera revelación: mientras recopilaba todos “esos chismes” que requieren los niños, desde ropa diminuta hasta una cuna, le dijeron que era fundamental hacerse con una bolsa para llevar los pañales y trastos en el carro del bebé en el día a día… “Nunca me había fijado en eso, y la verdad, empecé a ver unos horrores…, corazones, ositos”, recuerda entre muecas. “Vale que deba estar pensado para la maternidad porque se tienen que poder meter biberones, pero también me tiene que servir cuando vaya a la ofi con mi PC”, reflexionó en aquel momento.

El bolso definitivo para las madres

La segunda revelación llegó después de ser madre, hace nueve años: “De pronto me apetecía cambiar las cosas, liderar un proyecto”. Un año después, dejó su trabajo, empezó a darle forma a su negocio y en 2014 fundó Josefina. Quería un nombre en español. Para la elección se inspiró en la célebre tienda multimarca parisiense Colette, desaparecida hace cuatro años. “Era un nombre no muy bonito, algo viejuno, pero daba una imagen supermoderna, de una mujer actual”.

No es que todo haya ido rodado desde entonces, pero estos años ha crecido con bandoleras, bolsas de viaje, fundas para portátil… Siempre con la piel como emblema. “Estamos convencidos de su calidad —son españolas, portuguesas e italianas—. No sé cuántos años podré mantener esta promesa, pero la idea es ofrecer un servicio de reparación y estar ahí siempre para arreglarlos”.

La pandemia ha hecho daño a Josefina, como a muchas otras empresas. “Han sido meses muy malos, pero hemos conseguido mantener las ventas. Sobre todo, no quería despedir a nadie”. Lo capearon como todos: con ofertas, rebajas, regalos… Y ahora, dos nuevas jugadas sobre la mesa: la personalización —combinan los colores de sus bolsos hasta sumar 30.000 posibilidades— y la solidaridad. Donan a la Fundación Funtasia —creada por la modelo y filántropa Elisa Sednaoui y que forma a profesores para niños de Egipto, Italia o México— todos los beneficios de los bolsos estampados por la ilustradora española Brianda Fitz-James Stuart. Lamy la conoce de sus temporadas en Comillas: sus madres son amigas. La eterna conexión hispanofrancesa de una cuasimadrileña llamada France.